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La Marcha de San Lorenzo: APTA PARA TODO PÚBLICO

El 03 de Febrero de 1813, San Martín protagonizo su única batalla librada en suelo argentino, la que quedo inmortalizada en una de las canciones patrias favoritas de los argentinos. No sólo se canta en los actos escolares, también suena en el cambio de guardia en Buckingham y en los cumpleaños de la reina. La tocaron los nazis cuando tomaron Paris y la hizo sonar Eisenhower para alentar a las tropas en el Día D.

Es una de las canciones patrias favoritas de los argentinos. Sus estrofas, que realzan la figura del heroico soldado Cabral, fueron cantadas por miles de escolares, grabadas por artistas diversos y hasta una famosa marca de cerveza la eligió para musicalizar, en versión remix, uno de sus comerciales. No sólo es la pieza patriótica más popular, sino también la que posee la historia más curiosa.


La concibió Cayetano Alberto Silva, un uruguayo nacido el 07 de Agosto de 1868, en el Departamento de Maldonado. Silva ingreso de pequeño a la Escuela de Artes y Oficios de Montevideo, donde aprendió a tocar el corno, el pistón y el violín. En 1890 se trasladó a la Argentina y en 1893 ingreso en la Banda del Batallón 7 de Infantería. En 1901 un amigo, el legislador santafesino Celestino L. Pera, le sugirió que escribiera un homenaje al Libertador. A los pocos meses, el maestro oriental compuso la música en su casa de Venado Tuerto.


Al principio pensó en bautizarla “San Martín”, pero cambio de idea y la intituló “Pablo Riccheri”, el nombre del ministro de Guerra de Julio Argentino Roca, considerado el “modernizador” del Ejercito, quien instaurara el servicio militar obligatorio. Silva depositó en su persona las esperanzas de regresar a la milicia, a la cual había renunciado en 1895 en desacuerdo con los métodos represivos utilizados con los soldados. El funcionario aceptó con gusto el homenaje, pero se negó a que llevara su nombre. El músico entonces decidió llamarla “San Lorenzo”, con lo que homenajeó a la memoria del Libertador y a Riccheri, que había nacido en la ciudad donde combatieron San Martin y sus Granaderos a Caballo.


El 30 de Octubre de 1902, en la Ciudad de Santa Fe, en ocasión de la inauguración de un monumento a José de San Martin, se ejecutó por primera vez como marcha oficial del ejército argentino. No obstante, la pieza aún estaba incompleta: recién en 1907 tuvo letra, escrita por Carlos Javier Benielli, docente, escritor y periodista.


Los acordes de la marcha traspasaron las fronteras y sonó en lugares impensados. Por ejemplo, el 22 de junio de 1911 fue ejecutada en la coronación de Jorge V como rey de Gran Bretaña. Su melodía también se oyó en la asunción de la reina Isabel II, el 02 de Junio de 1953. Y en el programa musical de los actos en celebración del cumpleaños de la soberana inglesa, el sábado 02 de Junio de 1962, se podía leer “Quick March (marcha movida). San Lorenzo. Silva”. En la actualidad sigue siendo utilizada en los cambios de guardia del palacio de Buckingham, con un paréntesis durante el conflicto de Malvinas. En 1940, la creación de Silva quedaría involucrada con los nazis, quienes la entonaron en su ingreso a Paris. Paradójicamente, al poco tiempo, el general norteamericano Dwight Eisenhower, pidió que se ejecutara para levantarles el ánimo a sus tropas, en el famoso Día D, tras el desembarco en Normandía, el 06 de junio de 1944.


El particular derrotero de la marcha parece asemejarse con la vida de su creador. A sus cambios de residencia, producto de los distintos trabajos en las bandas militares, las altas y bajas –casi sistemáticas– en el Ejército, más sus decepciones, se le agregaron los vaivenes económicos. A tal punto Silva padeció problemas de dinero, que vendió su obra a tan sólo 50 pesos moneda nacional a la casa de partituras Breyer Hnos. Sus últimos años los paso en Rosario. Allí se terminó de derrumbar anímica y físicamente, ante la imposibilidad de acceder a un puesto en la Banda de la Policía local que esperaba con mucha ilusión. Murió el 12 de Enero de 1920 y fue sepultado en la ciudad que es cuna de la bandera, pero en 1997 sus restos fueron trasladados al cementerio municipal de Venado Tuerto, mientras que la casa donde compuso la célebre pieza se transformo en museo. Benielli, en tanto, falleció en Buenos Aires en 1934. En 2005, sus cenizas fueron trasladadas al Convento de San Carlos, en San Lorenzo, donde se libró la histórica batalla. Ahora descansa al lado de Cabral, el mismo que lo inspiro a escribir.



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