VIAJE AL CENTRO DE LA ANOMIA ARGENTINA
Carlos Nino fue uno de los referentes jurídicos del radicalismo en tiempos de Raúl Alfonsín. En Un país al margen de la ley, analiza lo que él define como la anomia, una tendencia a la ajuricidad en nuestro derecho.
Figura calve en la definición del andamiaje jurídico y filosófico de la política de derechos humanos durante la campaña electoral y, más tarde, del gobierno de Raúl Alfonsín, Carlos Nino (1943-1993) ha logrado ubicarse como uno de los principales referentes del pensamiento jurídico argentino. Además de las obras en las que desarrolla una clara posición dentro de la filosofía del derecho, uno de los escritos que terminó convirtiéndose en clave de su producción es, sin embargo, uno que alcanzó a llegar a sectores más amplios de público y que fuera editado un año antes de su prematura muerte: Un país al margen de la ley.
Abogado y doctor en Jurisprudencia por la Universidad de Oxford, Nino fue un profesional del derecho que en sus posiciones nunca dejó de evidenciar un diestro conocimiento de los intersticios, muchas veces zigzagueantes, de la relación entre derecho y política. El suyo es, en efecto, un pensamiento portador de una fuerte impronta sociológica, algo que quedaría claramente reflejado en el lugar que el jurista terminaría ocupando en el primer periodo de la transición democrática: se le adjudica una fuerte influencia –aunque no en solitario, claro– de la triple distinción de responsabilidades en la violación de los derechos humanos por parte de los militares y que fue uno de los ejes de la campaña electoral de Alfonsín, así como también en su participación en el Consejo para la Consolidación de la Democracia creado por el presidente radical, entre otros objetivos, para encarar un proyecto de reforma constitucional.
Un país al margen de la ley es, sin duda, la expresión más clara de aquella impronta marcadamente dinámica y social del análisis normativo. Resultado de una investigación que le permitió superar la abstracción desde la cual muchas veces el pensamiento jurídico encara las cuestiones normativas, este trabajo apunta a confirmar la tesis de la fuerte propensión de los argentinos hacia la anomia o, más precisamente, hacia el rechazo de esta. Ahora bien, en su examen de la fuerte “tendencia a la ajuridicidad en la vida argentina”, lo que a Nino le preocupa son las consecuencias que dicha tendencia pudo haber tenido sobre las dificultades de nuestro país para sostener su desarrollo o, más precisamente y siguiendo a Carlos Waisman, de la “notable, rápida y fulminante reversión” de este, por lo menos al momento de llevar adelante su trabajo.
Asumiendo la indispensable complejidad que debe implicar un análisis de la “generación causal de la involución económica y social de la argentina”, Nino postula como objetivo central de su obra “llamar la atención sobre otro fenómeno social que generalmente no es incluido en los factores que han intervenido en esa generación. Me refiero a la tendencia recurrente de la sociedad argentina y en especial de los factores de poder a la anomia en general y a la ilegalidad en particular, o sea a la inobservancia de normas jurídicas, morales y sociales”. Manifiesta de este modo su extrañeza de que dicha variable haya sido tan escasamente contemplada por los innumerables estudios sobre la crisis argentina: “Es realmente sorprendente que, no obstante la visibilidad de la tendencia argentina hacia la ilegalidad y la estrecha vinculación entre anomia e ineficiencia y entre esta y el subdesarrollo, ella no ha sido señalada hasta ahora por los politólogos, historiadores y economistas como un factor significativo para dar cuenta del subdesarrollo argentino”. Y concluye precisando: “Esta tendencia a la anomia, o más específicamente a la ilegalidad, esta involucrada en buena parte de los factores que se señalan como relevantes para explicar la involución del desarrollo argentino, además de tener un poder causal independiente. Esto no excluye obviamente que la anomia argentina sea a su vez el resultado causal de otros procesos, algunos de los cuales tengan relevancia por si mismos para explicar la reversión del progreso argentino”.
Ahora bien, más allá de ese fundamental modo de acercamiento a lo normativo, lo que vuelve en buena medida original este trabajo es la sagacidad de su autor para demostrar su tesis en planos tan diferentes del ordenamiento jurídico de la sociedad y que van desde la violación masiva de los derechos humanos durante la década del setenta encarnada en el terrorismo de Estado (expresión paradigmática de los que llama “la anomia en la vida institucional de la argentina”), hasta el modo en el que los ciudadanos se comportan al desplazarse por la ciudad en su vida cotidiana (expresión paradigmática de lo que llama “la anomia en la vida social de la Argentina”). Anticipando un análisis en profundidad de este último, Nino sostiene que “hay pocos países en el mundo en que se manifiesta un desprecio tan amplio por las reglas que rigen el tráfico automotor y peatones que el que se da en la Argentina. Tampoco es fácil encontrar otros ámbitos en los que se dé desprecio mayor por las normas que rigen la producción de desperdicios y la contaminación del ambiente al que se da en la Argentina”. Entre dicho rango extremo de prácticas sociales que revelan desprecio por lo normativo, Nino incluye otras que permiten potenciar el poder explicativo de los motivos de la postergación del ingreso de nuestro país en el concierto de las naciones avanzadas: “Cuando se articula la tesis de la dependencia es casi inevitable aludir al papel que juega la corrupción de los funcionarios públicos o la interferencia con los procesos constitucionales de sucesión del poder como formas en que los poderes económicos centrales y sus representantes locales logran decisiones políticas favorables en términos de inversiones protegidas, repatriación indiscriminada de ganancias, falta de contribución positiva, baja protección laboral, etcétera”.
Finalmente y luego de rastrear –y hallar– en el pasado los antecedentes de esta tendencia ajurídica, Nino se instala en un presente que no es otro que el de los inicios de los años noventa, en los que la virulenta emergencia de grandes negociados públicos pero también un balance de ajetreados primeros años de la restauración de las instituciones libres, comenzaba a imponer una lectura más realista de la vigencia de la democracia. Desde ese presente que, en breve, el destino le impedirá continuar viendo, Nino recorre ámbitos tan diferentes para ratificar el acierto de su tesis tales como la expansión de la economía informal, la evasión impositiva, la corporativización de la economía y la corrupción. Como resultado de ello, Un país al margen de la ley termina imponiéndose como un magnifico testimonio no sólo de algo que en definitiva sabemos acerca del modo en el que históricamente nos hemos relacionado con el sistema normativo, sino además del potencial que puede tener un pensamiento abierto y polivalente como el de Nino.
La pregunta que, en todo caso, queda suspendida al encararse una relectura como la de este libro es si efectivamente la constatación de la veracidad de nuestra particular relación con la ley es suficiente para intentar revertirla. Conocedor de pliegues y repliegues, Nino estaría convencido de que, de allí en más, quien tiene la palabra es la política misma.