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CAMINANTE DE MIL CAMINOS

Juan Bialet Massé era un español perseguido por sus ideas republicanas que llegó a la Argentina y le rindió un servicio inapreciable: investigó las condiciones de los trabajadores de todo el país. Lo recorrió de punta a punta, describió las atrocidades que vio y recomendó las soluciones.

Juan Bialet Massé elaboró en 1904 el conocido Informe detallado sobre las condiciones del trabajo y de la población obrera en general, y en particular en el interior de la Argentina. Hoy, al tomar contacto con sus más de mil páginas, sorprende la extraordinaria lucidez de su autor para elevar de manera crítica las condiciones de las clases populares argentinas, cuando recién despuntaba el siglo XX; así como también la impactante vigencia de muchas de sus observaciones, a más de un siglo de haberlas formulado. A un lector atento no puede escapársele que ambas “sorpresas” encierran, nada más y nada menos, que la casi totalidad de la historia de las luchas obreras argentinas.


Con la intención de disponer de insumos para la redacción de la primera Ley Nacional de Trabajo, el presidente Julio A. Roca encomendó a Bialet Massé –por intermedio de su ministro del Interior, Joaquín V. González, y a través de un decreto del 21 de Enero de 1904– un relevamiento de “las condiciones en que se verifica el trabajo en el interior de la Republica; los resultados prácticos y experimentales de las diversas jornadas adoptadas, así como los higiénicos, morales y económicos de ellos y del descanso dominical en los ramos de la industria en se hallan establecidos; la importancia y forma de las retribuciones y salarios, y sus relaciones con la alimentación y el alojamiento (así como) las tendencias y resultados de sus asociaciones gremiales que se han constituido en el interior”. Bialet Massé –amigo personal del ministro González– era un español que había huido de su tierra natal tras haber participado, aparentemente, en una revuelta republicana. Llegó a la Argentina con el título de médico en 1873 y se estableció en Cuyo, donde rápidamente fue nombrado vicerrector y profesor de Anatomía en el Colegio Nacional de Mendoza. Luego se traslado a Córdoba –provincia en la que encararía acciones como empresario– y allí se le ofreció la cátedra de Medicina Legal. Por no ser abogado, Bialet Massé rechazó la oferta y decidió iniciar los estudios de Derecho para, ya recibido, aceptar el cargo. Desde su puesto de docente, Bialet Massé se abocó de manera sistemática a explorar la relación de entre medicina y trabajo, centrando sus preocupaciones profesionales en el análisis de las condiciones de vida de las clases populares, momento en el que aceptó la oferta de su amigo González.

Para cumplir con la tarea encomendada por el gobierno, viajó por buena parte del territorio nacional y el 30 de Abril –transcurridos poco más de tres meses de su designación y luego de invertir cuarenta y cuatro días de ese tiempo en la redacción– presentó al Parlamento las conclusiones a las que había arribado y que pasarían a conocerse sintéticamente como Informe Bialet Massé. Eran tiempos en los que, sorprendentemente, aun para los conservadores, la “cuestión social” era una “cuestión de Estado”.


A lo largo del Informe, Bialet Massé revela la coexistencia, en la persona de su autor, de su condición de hombre de ideas y comprometido con la vida pública por un lado y, por el otro, de un profesional convencido del lugar que la ciencia y el conocimiento tenían en la transformación y modernización de las condiciones de vida de la población. El Bialet Massé socialista y apasionado sostuvo: “Bien quisiera tener el talento descriptivo de un Zola, para presentar, palpitantes y vivos, los sufrimientos y necesidades de este pueblo, tan abnegado, que son grandes y muchos; así como de esas tribus indias, que en poco tiempo pueden ser traídas a la vida civilizada, contribuyendo con sus cien mil brazos, irremplazables para el desarrollo y grandeza de la Republica, y hoy victimas del salvajismo, de que no se les puede hacer responsables, del abandono de su cultura, del desamparo de sus derechos y de la explotación inhumana que son objeto, porque creo que ello bastaría para que el alto criterio de V.E. y de su rectitud surgiera el remedio y las soluciones que la Constitución ordena y la humanidad impone”. Por su parte, el Bialet Massé positivista y científico se preocupó por explicitar su método de trabajo: “Donde he podido y mis fuerzas o mis conocimientos han alcanzado, he tomado las herramientas y hecho el trabajo por mí mismo, para sentir las fatigas; así he entrado en las bodegas de los buques y tomado la guadaña para cortar la alfalfa y hecho medio jornal sentado en la segadora, al rayo del sol, en mangas de camisa. Al hacer esto he procurado, y creo haberlo conseguido, prescindir de toda teoría y o sistema, y aun de mis propias ideas socialistas y de los recuerdos de mis libros y estadísticas para atenerme a apreciación de los detalles hechos”.

El Informe está compuesto por dos volúmenes. En el primero, el autor describe, entre otros temas, la humillación en que vivían los aborígenes del Chaco –con impactantes y muy vigentes descripciones de los efectos devastadores de las crecidas de los ríos–, las condiciones miserables del trabajo agrícola en Santa Fe, en la zafra y en las minas de La Rioja e incluso llego a advertir acerca de los efectos nocivos, a futuro, de la tala indiscriminada de bosques. En sus relevamientos remarca dos aspectos: en sintonía con sus principios positivistas, la falta de conocimiento técnico, pero, también, la responsabilidad fundamental de los patrones en las condiciones de vida de los trabajadores que, como socialista, con tanta fuerza y honestidad denuncia. “La primera y más grande afirmación que creo poder hacer es que he encontrado en toda la República una asombrosa ignorancia técnica, más en los patronos que en los obreros. Esta ignorancia es la causa que estaciona las rutinas y arraiga los prejuicios, extraviando los anhelos mismos de la codicia, y no deja ver que el instrumento de trabajo indefinido, sino que es capaz de un esfuerzo máximo, en un tiempo dado, si tiene el alimento y el cuidado suficientes, y que prescindiendo de toda consideración de humanidad y de caridad, por codicia, debe ser alimentado y cuidado. Son rarísimos los patrones que se dan cuenta de que el rendimiento del trabajo es directamente proporcional a la inteligencia, al bienestar y a la alegría sobre todo del obrero que lo ejecuta (…) y mucho menos comprender que manteniendo a sus obreros en la miseria, lo mantienen en la tendencia al vicio y al delito, que ellos pagan en último término”.


En el segundo de los volúmenes, el Informe avanza en la sistematización de las cuestiones que la primera legislación laboral del país debía, a su juicio, contemplar. Por medio de estos tópicos, el autor se convierte en un vocero de las ideas socialistas en boga que dan cuenta de la necesidad de que el Estado –en pleno proceso de consolidación– asuma de manera indeclinable la llamada “cuestión social”. El derecho a la vida, la jornada racional o de ocho horas, el descanso semanal, los accidentes de trabajo, las multas patronales, el rol de la mujer y de los niños, etc. son los temas a los que pasa revista, convencido de que “una buena ley de trabajo no produce solamente el efecto de encarrilar por las vías de la justicia las relaciones entre patronos y obreros, sino que eleva, dignifica y moraliza al obrero, dándole al par de la conciencia de sus derechos la correlativa de sus deberes”.

Finalmente, Bialet Massé advirtió con extraordinaria lucidez, ya a comienzos del siglo XX, la estrecha relación entre delito y necesidades materiales: “No hay ley ni policía que pueda prevenir ni remediar las acechanzas de la mala fe cuando las necesidades materiales son la causa impulsora; el único remedio es personal bueno y bien tratado y, por consiguiente, bien rentado, y sobre todo, el buen ejemplo del exacto cumplimiento del deber de los superiores”.


En definitiva y frente a la actualidad de los planteos de Bialet Massé, también en materia de “cuestión social” la Argentina parecería necesitar, tan sólo, volver a sus fuentes.


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