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UNA MEMORABLE PRIMERA VEZ

El 27 de Agosto de 1920 nacía la radio en la Argentina y en el mundo casi al mismo tiempo, producto de la inventiva y la genialidad de un grupo de pioneros, conocido como “los locos de la azotea”. Desde entonces hasta hoy, este medio entrañable sufrió innumerables transformaciones, reinó en todos los hogares, fue voz cantante, peleó con titanes, se silenció y volvió a hacerse oír, generando una memoria colectiva tan potente que aún sigue intacta.

A comienzos de 1916 el joven ruso-norteamericano David Sarnoff sorprendió a sus jefes con la idea de una aplicación novedosa de ciertos descubrimientos e inventos de Hertz, Branly y Marconi, que consitia en llevar la música a los hogares, junto con conferencias, noticias generales, informaciones y deportes.​

El proyecto de Sarnoff recién tuvo aplicación en 1920, prologando el comienzo de una era que convertiría a la radiofonía en uno de los más poderosos instrumentos de comunicación social, aunque no ocurrió en los Estados Unidos como era de esperarse: la primera emisión mundial de radio se realizó el 27 de agosto de ese año, desde el teatro Coliseo de Buenos Aires y duró cuatro horas, con la transmisión de los tres actos de la ópera Parsifal, del alemán Richard Wagner.


Un equipo emisor, instalado en la azotea del teatro, con una potencia de cinco vatios, hizo vibrar los radiorreceptores a galena, primitivos aparatos que por intermedio de teléfonos recibieron las débiles señales de la música.


Los autores de esta hazaña fueron jóvenes inquietos y talentosos: el médico Enrique Telemaco Susini, y los estudiantes de medicina Cesar José Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Múgica. Todos ellos estaban familiazados con las ondas de alta frecuencia que se utilizaban para la diatermia.

Dos años antes, en 1918, el grupo de amigos había comenzado a apasionarse por lo que era la mayor revolución tecnológica de esa época: la radio. Un año más tarde, Susini viajó a Europa para estudiar los efectos de los gases asfixiantes que se habían usado en la Gran Guerra, recién concluida. Los países europeos consideraban para entonces la radio como “un secreto militar”, pero Susini tuvo la oportunidad de comprar un tipo de válvulas elaboradas por el ejército francés, que permitirían una emisión superior al sistema de galena.


Cuando regreso al país, Susini, que era un apasionado de la música, instalo junto a sus amigos un equipo de radio y una antena en la azotea del teatro Coliseo, lo que les valió el apodo de “Los locos de la azotea”.

De ese modo, el 27 de Agosto de 1920, a las 20.30 hs., abrió la primera transmisión radial, anunciando: “Señoras y señores, la sociedad Radio Argentina les presenta hoy el festiva sacro de Ricardo Wagner, Parsifal, con la actuación del tenor Maestri, la soprano argentina Sara César, el barítono Rossi Morelli y los bajos Chirino y Paggi, todos bajo la dirección de Felix Von Weingarten secundados por el coro y orquesta del Teatro Constanzi de Roma”.

Aquella histórica versión de Parsifal pudo ser escuchada solamente por cincuenta personas, las pocas que tenían una radio a galena en la ciudad. Al día siguiente se difundió Aída y al otro Iris. Así fue como se completaron dieciocho audiciones.


Para ese entonces las experiencias de radiodifusión eran habituales, pero ninguna se había realizado con continuidad.


Marconi ya había hecho una prueba en Londres con la cantante Nelly Melba y también existían antecedentes de transmisiones en los Estados Unidos. Pero la realizada en la Argentina tuvo el mérito de ser la primera transmisión completa de una obra artística.


Además, el equipo de amigos de Susini fue el primero que continuó realizando emisiones con regularidad, desde el Coliseo, luego desde el Teatro Colón, el Odeón, la confitería París y el cabaret Abdullah



Más tarde, en 1923, se produjeron dos acontecimientos pioneros: comenzó a funcionar LOX Radio Cultura, la primera emisora comercial que financió sus espacios con material publicitario, y meses después se transmitió la pelea Firpo-Dempsey, que dio origen al empleo de la radio en función netamente periodística, un acontecimiento que sería completado en 1924 con otro episodio igualmente inaugural: la transmisión del partido de futbol Argentina-Uruguay, desde la cancha de Sportivo Barracas.


A lo largo de la historia y en medio de todo, permanece la radio, la única, la mágica, la de siempre, que mantiene una extraordinaria promesa básica. Alguien, a la distancia, a quien no vemos pero al que podemos imaginar frente a un micrófono, con el simple capital de su voz, es captado por uno, que se transforma en cientos o miles. A pesar de sus propósitos de masividad el mensaje radial parece concebido para llegar al oído de quien lo escucha de un modo exclusivo.


Hoy, celebramos mas de noventa años de sonidos parecidos a los sueños.


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